El paisaje, es cualquier zona, de la extensión que
se desee, que podemos observar de la superficie terrestre y que es el producto
de la acción de tres factores: el relieve,
la vegetación y
la intervención humana.
El relieve, por su parte, se refiere
al conjunto de formas y accidentes geográficos que podemos observar, y que
sirve de base a los otros dos factores que forman el paisaje. Este relieve,
aunque parece inmutable a nuestros ojos, en realidad está cambiando continuamente
a una velocidad en general lenta. Los elementos que causan este cambio son
los agentes geológicos.
Los agentes geológicos pueden ser externos o internos, nos
centraremos ahora en los externos.
¿Qué son los procesos geológicos externos?
Los procesos
geológicos externos son las transformaciones que sufren las rocas por efecto de
los agentes geológicos externos: el agua, el hielo, la atmósfera, el viento y
los seres vivos. Estos procesos son:
Meteorización
Es la alteración de las rocas de la superficie, por efecto
de la atmósfera, el agua o los seres vivos.
Erosión
Consiste en la puesta en movimiento de los materiales resultantes
de la meteorización.
Transporte
Se trata del traslado de los materiales arrancados, o
sedimentos, hasta las cuencas sedimentarias.
Sedimentación
Consiste en el depósito de los sedimentos cuando el agente de
transporte pierde su energía.
El motor de los agentes geológicos externos es la radiación
solar, que proporciona la energía necesaria para estos cambios geológicos:
La energía solar
evapora el agua y trasvasa ingentes cantidades desde los océanos hasta zonas
elevadas de los continentes, desde donde, al descender, contribuye a modelar el
relieve.
La distinta insolación de la superficie genera variaciones
de temperatura en las masas de aire y vientos, que tienden a compensarlas.
Los cambios de temperatura contribuyen a la fragmentación
de las rocas y el calor acelera las reacciones químicas.
Tipos de meteorización
La meteorización puede ser física, química o biológica.
Meteorización física o mecánica
Consiste en la disgregación de la roca en fragmentos
menores sin que se transformen sus minerales. Se produce como consecuencia de
los cambios de temperatura. Existen varias modalidades:
Gelifracción, crioclastia o efecto hielo-deshielo: Predomina en las zonas
de alta montaña, donde el agua acumulada en las grietas se congela, aumenta de
volumen y presiona sobre las paredes hasta romper la roca.
Termoclastia: Es un mecanismo eficaz en zonas desérticas, donde
el fuerte contraste de temperatura entre el día y la noche somete a las rocas a
un proceso continuo de dilatación y contracción que provoca su fractura.
Meteorización química
Consiste en la transformación de los minerales de las rocas
en otros más estables bajo las condiciones que existen en la superficie. Tiene
lugar por efecto del agua y los gases atmosféricos. Las transformaciones más
frecuentes son:
La oxidación de minerales que contienen hierro. El producto
resultante más habitual es el óxido férrico o hematites, que da un tono rojizo a
las rocas a las que impregna.
La hidrólisis o rotura de las redes de los silicatos por acción
del agua. El caso más frecuente es la transformación de los feldespatos y las micas
en minerales de la arcilla.
La carbonatación producida por el CO2 disuelto en el agua. Este gas
se comporta, así, como un ácido débil que disuelve las rocas calizas.
La disolución de rocas solubles, como las sales o el yeso.
Meteorización biológica
La producen los seres vivos y puede ser de tipo físico (si
implica la rotura de las rocas, como ocurre en el caso de las raíces que abren
fracturas) o químico (si transforma sus minerales, como hacen los líquenes).
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